COMPRAR, TIRAR, COMPRAR.
LA
HISTORIA DE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA
Análisis
En Comprar,
tirar, comprar se analiza uno de los principales causantes del deterioro
medioambiental que vivimos hoy en día: la obsolescencia programada. Esta
consiste en diseñar intencionalmente los productos para que duren mucho menos
tiempo del que podrían durar. Tuvo
sus inicios en 1929 con la bombilla y el objetivo que se buscaba era incentivar
el consumo, y de esta forma maximizar los beneficios y generar empleo en una
época afectada por la crisis. No obstante, aunque de primeras las intenciones
fueron buenas, las empresas no contaban con una política medioambiental acorde
con esta práctica.
Hoy en día vivimos en una sociedad de
consumo dominada por una economía de crecimiento cuya lógica es crecer por
crecer, “una sociedad influida por la falsa idea de búsqueda de la felicidad a
través del consumo desmesurado”. El secreto de ese crecimiento es ni más ni
menos que la obsolescencia programada que ha venido definiendo nuestros días
desde los años 20.
Una de las principales víctimas que
sufre las consecuencias de la obsolescencia programada es Ganha (África), quien
recibe constantemente toneladas de residuos electrónicos procedentes de
occidente, algo que afecta no solo a sus tierras sino también a su salud. Ellos
los reparan, no entienden cómo los países desarrollados pueden tirar aparatos
estropeados sin tratar de repararlos antes o aprovechar alguna de sus piezas. Existe
un tratado medioambiental que prohíbe enviar los residuos al tercer mundo pero los mercaderes consiguen
pasar la chatarra a través de la aduana haciéndoles creer que son productos de
segunda mano: colocan unos pocos aparatos en buen estado en la parte delantera
del contenedor y el resto, que es basura, en la parte trasera. Pero más del 80%
de esos residuos electrónicos no se pueden reparar y acaban abandonados en
vertederos por todo el país. “Ghana se convierte en un basurero del mundo. La
basura escondida durante tanto tiempo en la era industrial está llegando a
nuestras vidas y ya no podemos evitarla”, asegura Andrew Owusu, Técnico
informático.
La obsolescencia programada es, a la
larga, insostenible, no solo por su impacto sobre el medio ambiente sino
también por las quejas y denuncias de una generación de consumidores que
cuestionan esta práctica de destrucción programada de los productos (impresoras,
lavadoras, bombillas, coches, medias de nailon, etc.) y llevan la contraria a
los fabricantes quienes aconsejan reemplazar el aparato antes que repararlo. Se
promulgaron las primeras leyes sobre la garantía como protección legal para el
consumidor. Pero para los consumidores no es suficiente. Comprar, tirar, comprar invita a conocer otras soluciones que se
están debatiendo para modificar esta práctica como, por ejemplo, considerar el
coste real de los productos, si se hiciera, se fabricarían productos de larga
duración; replantear la ingeniería y la producción de los productos, Michael Braungart
cree que la industria puede imitar el ciclo virtuoso de la naturaleza
utilizando sustancias biodegradables: “El ciclo natural produce en abundancia,
pero las flores caídas y las hojas no son residuos, sino nutrientes para otros
organismos”; o cambiar el hábito de consumo para salir de esta sociedad del
despilfarro, dejar de comprar por comprar y empezar a comprar por necesidad. Los
foros de internet como medio de actuación contra la obsolescencia o el
establecimiento de medidas punitivas para asegurarse de que las empresas
eliminan sus productos respetando el medio ambiente son también posibles
salidas.
En Comprar,
tirar, comprar hablan historiadores (Helmut Höge), periodistas (Nicols Fox),
empresarios (Warner Philips), técnicos (Marcos López, Andrew Owusu), profesores
(Serge Latouche), diseñadores (Boris Knuf, John Thackara), economistas e
investigadores entre otros, y se recuperan voces como la del inventor Thomas A.
Edison y la de Brooks Stevens. Estas numerosas fuentes coinciden en que hay que
poner fin a la economía del despilfarro puesto que los recursos naturales y
energéticos de los que disponemos son limitados.
Creo que esta forma de consumir al final nos autoconsumirá a todos
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